miércoles, 7 de marzo de 2012

La pasajera

Hace unos años Clara se aventuró con su pequeña barca hacia una isla que se le presentaba tan luminosa como misteriosa. Ella era un inexperimentada navegante pero se dejó llevar por su intuitiva brújula. Durante su viaje, ella podía distinguir, desde aquella isla, señales inquietas y como curiosas, las cuales trató de aprender a descifrar y a la vez responder...

Al llegar a la orilla, buscó algún tipo de puerto para poder desembarcar, no encontró nada, entonces intentó pedir autorización para desembarcar a ese invisible puerto, utilizando las señales que había aprendido durante su viaje. De repente, sin esperarlo, una espesa bruma envolvió a su pequeña embarcación, el horizonte casi atardecido había desaparacido casi por completo como así también la isla a la que quería aterrizar. 
Clara decidió esperar un poco, hasta que esa bruma se disipara. Pasaron varios días, esperando por alguna respuesta desde la misteriosa isla, pero durante ese tiempo, la bruma se fue poniendo mucho más espesa como así también el desasosiego del corazón Clara al no haber ninguna señal.

Ya sin provisiones y con Esperanza como su única compañera, seguió insistiendo por una respuesta, hasta que una voz grave, tranquila, lenta y espaciada, respondió.
Clara, con su respiración acelerada prestó atención, aunque sus nervios no la dejaban concentrarse. La respuesta fue: "Tú eres muy apreciada en este mundo, realmente nos hemos divertido durante este tiempo que nos hemos conectado pero debo confirmarte que no puedo permitirte tu desembarco."
Antes de desaparecer esa voz, le pidió que igual mantuvieran ese contacto como siempre lo habían tenido, pero ella comprendió que ya no sería lo mismo, que ella ya no jugaría de la misma manera, que tendría que mentirse a sí misma tan solo por mantener un virtual contacto. A la vez, se dió cuenta que su inexperiencia como marinera, le jugó una mala pasada, ella escribió mal sus últimas señales, por lo tanto provocó que su recepción fuera todo lo contrario a lo que ella buscaba, su estupidez fue la que habia escrito aquellos signos y fue lo que provocó esa respuesta de rechazo para desembarcar.
Con profunda congoja y desesperación decidió que era mejor dejar tranquilo ese misterioso mundo, liberarlo de la estupidez e infantilismo de ella. Pudo ver (o quiso creer) que allí tan solo pueden acceder personas con mejor claridad y equilibrio emocional de lo que ella poseía. 
Con sus mejillas llenas de lágrimas, era la primera vez que lo hacía por amor, y un vacío en su alma, dió un giro de 180º hacia el este. Estaba volviendo a su pequeño pueblo. 
Durante el trayecto, la lluvia fue su compañera, una lluvia en su interior y una lluvia copiosa y helada en el mar. Como pudo, navegó sorteando la tormenta que duró todo su viaje de vuelta y más...
Al llegar, muchos de sus amigos la estaban esperando, la recibieron con una calidez que ni se lo había imaginado.
Aún en medio de su oscuridad interior, ella sintió que ellos fueron los faroles que la guiaron.

Por varios meses, seguió mirando hacia ese amado lugar, percibía unas pequeñas y confusas señales, una parte de ella quería responder, tomar de nuevo esa barca y ni bien llegar, lanzarse hacia las aguas sin importar la negativa. Pero, su otra parte, la analítica y la orgulla, con más insistencia la convencía que no respondiera. 

Al poco tiempo, esas señales desaparecieron... o eso intentó ella de creer, para mitigar el fuego doloroso del rechazo, para así su alma pudiera cicatrizarse.


Desde esa barca que ella dejó en la orilla de su tierra, se puede ver a una pasajera que nunca quiso bajarse con Clara, y que en cada atardecer se puede ver su figura asomándose a la proa para mirar cada puesta de sol y para poder ver alguna señal que la lleve a aventurarse nuevamente hacia ese lugar.

No hay comentarios: