Por el sur, se oyó el grito casi ahogado de un pequeño caminante.
Fue sorpresivo pero intuído.
Este pequeño pero fornido caminante hacía tiempo se había lanzado hacia el mundo.
Sobre sus hombros lleva a cuestas lo que su pasado le permite cargar, y lo lleva a su modo.
Este caminante en su plena aventura: la vida misma, está aprendiendo a sortear los obstáculos como todos los protagonistas lo hacen: a veces de manera heroíca, a veces como puede.
Sus héroes son su inspiración.
En días de lunas traviesas, este héroe se topa con corazones gitanos, quienes adivinan el deseo sanguíneo en sus ojos, y buscan satisfacerlo.
Y cuando lo envuelve la soledad, con sus manos y sus dedos teje melodías con cuerdas y teclas, éstas alivian un poco su alma solitaria...
La bravura de su nobleza lo muestra divertido, perfecto humano, gentil o grosero dependiendo la circunstancia, comunicativo y silencioso dependiendo quien esté a su lado. Intenta teatralizar un airoso distraído, siendo que en realidad es un agudo observador y analítico
Pero es su naturaleza interior lo que lo delata, y es ahí donde se sintió y se vió las ondas en el agua donde lanzaron esa piedra que lo hizo alzar la voz.
Es que hasta el más fuerte y resistente héroe, a veces necesita ceder para luego contraatacar...
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