martes, 24 de julio de 2012

- ¡Ahí está Nemo!- exclamó en un tono infantil.
- Sí, así parece.
Inmediatamente se acercó sin importarle que a Martín no le interesaba mirar un acuario. En un abrir y cerrar de ojos, ella se zambulló para bucear entre la docena de peces que allí danzaban. Ellos al principio se asustaron de la extraña visita, luego continuaron con sus movimientos artísticos como si nada. Volvió a cerrar los ojos y de poquito un eco comenzó a susurrarle al oído una dulce melodía oriental, que se estaba orquestando en ese momento.Su alma ya estaba hipnotizada... Cada vibración musical abrazaba su cuerpo de a poquito y suave, llevándola a un éxtasis jamás percibido.
Abrió mínimamente los ojos, tan solo por reflejo. Líneas ondeantes de color verde azulado acariciaban sus pestañas. Para ella fueron besos. Su respiración fue profunda, sus burbujas bailaban al compás de aquellas ondas. Se entregó completamente. Miró a cada habitante de ese pequeño acuario. Se dijo -éste es mi lugar.
Un sombra, al principio difusa, se acercaba. No sentía temor. Su paz era incomensurable.
Pero esa sombra lanzó un silencio que la abrumó. La luz desapareció de repente. Fue en ese instante que Martín le dijo -ya está, vámonos, están cerrando el local.
Los peces siguieron nadando pero en una oscuridad grisácea. Ella los despidió con un hasta pronto.
Martín y Ludmila volvían a su casa, ella recordaba lo vivido en su mente; él se resignaba, su padre ya no sabía qué hacer con la mente de su ahijada. La familia la catalogaban de una soñadora incurable. Pero él sabía que esa era su realidad y que gracias a eso, estaba salvada.

2 comentarios:

Alone in the moon dijo...

Casi como que me ví muy sumergida en esa acuario y en esa historia!
Me encantó.
Besotes hermosa

Lorena Perez dijo...

Es genial lo que decís! quería lograr eso! :)
Gracias por bucear entre las palabras!
Abrazo!!!